domingo, 14 de diciembre de 2014

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

Las lecturas de la Escritura de este domingo (Isaías 61, 1-2a. 10-11; primera de Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24; Juan 1,6-8. 19-28) son muy densas, muy ricas, quizás demasiado para hacer un comentario y una aplicación que no nos lleve demasiado lejos y nos resulte difícil. Y es que el gran mensaje de este tercer domingo de adviento es simple, directo, sugerente y muy inteligible: alegría, estad alegres.


La inminencia de la fiesta, del gran acontecimiento que marca el antes y el después de la historia humana está a punto de cumplirse. El trabajo de retirar las piedras del pecado de nuestro camino de encuentro con el Señor se convierte en preparación del vestido de fiesta, en preparación del banquete de fraternidad, de familia, de ansioso deseo de acoger al Niño, a ese bebé que se acerca de nuevo a nosotros para darnos la alegría verdadera, la salvación definitiva, la libertad total.

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